jueves, 12 de septiembre de 2019

CROSS 2019


Aún resuena el eco de los vítores a los atletas que el domingo pasado colmaron de vida las calles de Fuente Librilla  y añadieron color a un paisaje lánguido que se prepara para un otoño con esperanza de lluvia.
También queda, reafirmado, el orgullo de un pueblo que, año tras año, se conjura para que en el campo de Marte todo esté dispuesto y cada corredor ciña el laurel en esta metáfora de la vida.
Ese pueblo al que mentamos es el del peque que ofrece ilusionado líquido reparador en el avituallamiento; el de la mujer que con una sonrisa colma de energía el bocadillo; el del menos joven que ese día pone orden en el pandemónium del tráfico y orienta en el recorrido. También...
De esos pequeños gestos voluntarios se alimenta la solidaridad y, ufanos, nos permite exclamar a cada uno: ¡Sí, yo también estoy en la línea con el corazón dando brincos que aguarda el pistoletazo de salida!
Y con ese cúmulo de emociones llega el día.
Luego todo sucede en un abrir y cerrar de ojos: los atletas enfrentados de nuevo a la inmensidad del espacio y el tiempo entre murmullos de admiración de los que solo nos queda aplaudir a esos dioses de carne y hueso.
Y el año que viene alcanzaremos la séptima edición.

S.M




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